Página Oficial de la Federación Puertorriqueña de Karate
Cuando piensa en un atleta, ¿qué imagen le llega a su mente? Ahora bien, si decimos que esa atleta es una mujer, la primera imagen ¿cambia? ¿Existirá un conflicto en la imagen de una atleta y la imagen de una mujer en la sociedad puertorriqueña? ¿Cuáles son los estereotipos?
Las respuestas a estas preguntas son precisamente las que el profesor Fernando Aybar busca contestar en su investigación La Atleta Puertorriqueña y el Conflicto de Roles. Un estudio inovador, ya que en Puerto Rico no se han realizado investigaciones que atienda la hipótesis de disonancia entre el rol femenino socialmente aceptado y el rol estigmatizado de los atletas.
«Mi planteamiento de entrada es que la actividad deportiva históricamente ha sido dominada por el género masculino y cuestionada para el género femenino», explicó Aybar, profesor del Departamento de Educación Física y Recreación de la Facultad de Educación del recinto riopiedrense.
El objetivo principal del trabajo es determinar si para las adolescentes y mujeres que practican deporte organizado en Puerto Rico se manifiesta un conflicto de roles entre lo que es ser atleta y lo que socialmente se plantea como femenino. Según explicó el investigador, el comportamiento que «se espera» de los hombres en el deporte es igual al que «se espera» en la sociedad, mientras que en el caso de la mujer cambia.
«Yo estoy en el deporte, como soy hombre se espera que sea competitvo, agresivo, luchador y que controle mis emociones. Cuando salgo a la sociedad, como hombre, la sociedad espera las mismas cualidades», indicó el profesor y, también, especialista en los aspectos sicosociales del deporte. En el caso de las mujeres atletas, añadió, se les pide que se comporten igual que los hombres, o sea, que sean competitivas, agresivas, luchadoras, que controlen sus emociones, entre otras cosas.
Sin embargo, el comportamiento que deben demostrar en la sociedad debe ser diametralmente opuesto. «La sociedad exige que las mujeres sean cooperativas, pasivas, sometidas y las encargadas de manifestar las emociones. Eso es lo que equivaldría a un conflicto de roles», señaló el profesor.
Para comprobar su hipótesis, el especialista emplea un cuestionario que desarrolló una institución norteamericana, Sage, G.H. & Loudermilk,S. (1979). Con la autorización de la institución, se tradujo al español y se validó en un panel de expertos. De esta manera, Aybar entiende que se adapta a la realidad puertorriqueña.
El cuestionario se compone de tres secciones: datos demográficos y de experiencia deportiva, la percepción de conflictos de roles y las experiencias como atleta. Los datos demográficos y de experiencia deportiva buscan determinar si existen diferencias en el conflicto de roles basado en la edad, lugar donde han residido la mayor parte de su vida, o el tipo de deporte que practican.
Mientras en la sección de percepción, la atleta tiene que contestar 10 aseveraciones para identificar, según su apreciación, si debe existir un conflicto por lo allí planteado. Por ejemplo, si para la entrevistada le parece que debe ser un problema que tradicionalmente las mujeres se caractericen como pasivas y sumisas pero en las competencias atléticas se les requiere una conducta de dominio y agresividad. La tercera parte del cuestionario, son las mismas 10 aseveraciones de la sección anterior, pero en este nivel la atleta contesta de acuerdo a su experiencia. En este caso, se le preguntaría si para ella la aseveración del ejemplo anterior ha sido un problema en su vida.
Asimismo, se les pregunta a las atletas si les parece que es un problema que en la sociedad puertorriqueña se espere que una adolescente/mujer se preocupe por mantener una apariencia atractiva, bonita y bien vestida, sin embargo, la participación en actividades atléticas puede traer como resultado sudor, pelos desaliñados, uñas rotas, raspaduras, cicatrices o callos. Otras preguntas hacen referencia a como socialmente se espera que las mujeres expresen sus emociones, pero, como siendo atletas se les exige que las controlen; como ha sido el apoyo de los padres y madres, o el reconocimiento que reciben las mujeres atletas frente al reconocimiento de los hombres atletas.
Los niveles a estudiarse son escuela superior, universitario e internacional. La investigación trabaja con una muestra de aproximadamente 500 adolescentes y mujeres atletas activas en deportes colectivos e individuales, pero que estén organizados (participantes en las Olimpiadas). No obstante, el profesor está considerando incluir el «surfing» en la lista.
Aybar se propone, además, trabajar con grupos focales que incluría a entrenadores, atletas varones, padres y madres. Mediante estos grupos se procura obtener información cualitativa que recoja la opinión que existe sobre la participación de las adolescentes y mujeres puertorriqueñas en los distintos tipos de manifestación deportivas.
El informe final se espera que se presente en diciembre. «Estamos en una cuarta parte de la recopilación de datos. Esperamos que para finales de septiembre podamos tener el 80 por ciento», añadió Aybar.
Esta investigación nace por la preocupación del profesor, hace varios años, de cómo la mujer ha sido excluida y mirada diferente en los deportes. Finalmente, la preocupación se pudo concretar en un trabajo gracias a la convocatoria del Instituto de la Mujer para el Tercer Milenio del Departamento de Recración y Deportes. El Instituto convocó, el pasado semestre, a investigadores a someter propuestas para realizar estudios sobre la mujer, con el próposito de fomentar un conocimiento que ayudase al desarrollo de la mujer atleta puertorriqueña. El profesor Aybar presentó su propuesta y fue aceptada, creándose así un convenio entre el Departamento de Recreación y Deportes y el Recinto de Río Piedras.
De hecho, los hallazgos de esta investigación pretenden ayudar a trazar metas claras, desarrollar modelos deportivos eficaces y apoyar con mayor entendimiento toda participación deportiva femenina en Puerto Rico, asi explicó el sicólogo deportivo.
Omayra L. González Méndez / UPR-Río Piedras